El día que desees o sientas que debes dejar la Iglesia cual sea la razón, vete en paz.
No hables mal de tu pastor, de tus líderes, no hables mal de tus hermanos.
No ensucies el lugar que un día llamaste: ¡CASA!
No humilles o menosprecies a quienes un día te dieron amor y te ayudaron a levantarte.
A quienes quizás creyeron en ti cuando nadie lo hizo.
No odies o tengas indiferencia con quien un día decías amar y abrazabas.